Ofrecía ciertas particularidades que lo hacían diferenciarse del resto de loteos. La sociedad dispuso en 1925 casi 20 ha de sus tierras. El loteo contaba con plazas circulares, ornamentadas con canteros que daban aspecto de parque, alejándose del clásico trazado en damero.
Los lotes habían sido, en virtud a las plazas circulares, diagramados de poco fondo y mucho frente, apropiados para hoteles y chalets, a diferencia de los largos y angostos loteos que se efectuaban comúnmente, de 10x50 por ejemplo.
La orientación, por un lado al usarse el “medio rumbo” beneficiaba a las construcciones con la iluminación solar y al estar ubicado en dirección S.E- S.O de los vientos predominantes, poseía la ventaja de poder recibir los vientos que habían atravesado gran parte de la laguna, impregnándose de emanaciones salinas, por ello se lo promocionaba que era poseedor de “un aire fortificante, mescla de aire de sierra con aire de mar”.
La sociedad comienza la tarea de forestar algunos sectores y se monta un pequeño vivero, especialmente de especie tamarisco que según rememoraba María Irene “Mere” Larrañaga (85), hija del administrador del complejo don Ramón Larrañaga que en esos años la empresa obsequiaba las plantas a los compradores de lotes, siendo Baldomero Gonzales el encargado de plantar, regar y cuidar la forestación del Barrio Parque.
Para ese entonces ya existía una manzana forestada y “urbanizada”, con un pequeño edificio que había servido para alojar personal en la extracción de sales. Luego de ser reacondicionado, en especial su parque, colocándose juegos para niños y construyendo las primeras canchas de tenis de Carhue. Bautizada como “Confitería del Monte”, será por muchos años el sector parquizado del loteo Bario Parque. Fue la primera confitería de Epecuen.
El crecimiento del barrio, a opinión de un viejo poblador, don Rulo Fernández Badié, no fue el esperado ni similar al “Mar de Epecuén” debido a otros costos y mayores exigencias edilicias y constructivas que la empresa ponía especial atención.