La renovación de la rivera Noroeste tenía como finalidad mejorar el viejo espigón de cemento (1955) y brindar nuevas comodidades a los bañistas de la laguna. Sin embargo se ideó una gran pileta de agua dulce para quienes no disfrutaban del agua salada. Para ello en 1967 se lanzó un concurso de proyectos, resultando ganador un proyecto del estudio del Arq. Horacio Scabuzzo de Bahía Blanca. En 2011 una nota a su autor detallaba:
El proyecto
Un jurado integrado por Manuel Mendoza, Antonio Valente y Rubén Colotto eligió el proyecto del estudio de Bahía Blanca integrado por el arquitecto Horacio Scabuzzo y los ingenieros civiles Luis Sensini y Rubén Rábano, una interesante obra pensada para tan particular emplazamiento, recurriendo a elementos arquitectónicos singulares, como eran tres grupos de paraboloides hiperbólicos (uno de ellos jamás construido) tipos “hongos” o paraguas invertidos, y un equipamiento resuelto con hormigón hasta sus más mínimos detalles.
Las formas
Han pasado 45 años del concurso que ganó en Epecuén. “Fue interesante la aplicación de técnicas acordes a un medio tan agresivo, con soluciones muy especiales”, recuerda Scabuzzo.
Básicamente la propuesta era una gran pileta para agua dulce, equipada con isletas en su interior, toboganes y escaleras. Disponía de dos grupos de apoyo, conteniendo baños, vestuarios y cantina, uno relacionado con la piscina, otra con un gran espigón que se introducía en la laguna. La piscina fue resuelta mediante hormigón pretensado. “En su momento nos dijeron que era la más grande de América construida con esa modalidad”, apuntó Scabuzzo.
El uso de los paraguas invertidos -paraboloides hiperbólicos- fue resultado de imitar los árboles de la zona, al tiempo de adherir a una propuesta de amplio desarrollo en la época, de la mano de los arquitectos Félix Candela, en Méjico, y Amancio Williams y Clorindo Testa en nuestro país.
“Los paraboloides formaban una suerte de conjunto de sombrillas -una propuesta de sombra- que marcaban un rasgo muy importante en el paisaje con un trazo lineal y, debajo de ellos, como si fuera una catedral con dos puntos equidistantes, se movían con libertad los concurrentes”, detalló Scabuzzo.
El arquitecto referenció que en esa época Clorindo Testa había usado paraboloides en la terminal de ómnibus de Santa Rosa, en La Pampa, y Amancio Williams los usaba con el sentido de generar sombras para un hospital en Corrientes y en una casa en Punta del Este”, indicó.
Ésto se complementó con un sector de duchas materializado con una estructura de hormigón armado, de forma de medio ovalo, la cual aportaba un toque de plasticidad. Luego aparecían tres toboganes, también resueltos en hormigón.
“Los colores que elegimos nosotros eran propios de los materiales que utilizamos. Después les agregaron otros, en una suerte de Disneylandia, que arruinó en parte una obra que tenía bastantes anécdotas con los paraboloides. El color no hacía falta”, indicó.
La obra al detalle
La construcción de un espigón que se internaba en el lago, una pileta de natación de agua dulce, baños, vestuarios, cantinas, sala de primeros auxilios, veredas e iluminación eran parte de la propuesta de mejora del balneario de la Villa. Para todos y cada uno de estos componentes la agresividad del medio ambiente obligó a tomar soluciones muy particulares. Por caso, se emplearon herrajes, grifos y duchas de bronce para evitar su oxidación.
El proyecto consistió en ubicar los vestuarios en dos grupos separados, para servir a la pileta y el lago, por lo cual se terraplenó una playa contigua. De allí partía el espigón de 280 metrosde largo y 30 de ancho.
Los “paraguas”
Los paraboloides conformaban, sin dudas, el elemento distintivo del lugar. Se construyeron a modo de cubierta de los baños y la cantina. Eran un total de 42 estructuras independientes, tipo sombrillas invertidas, de hormigón visto. Cada una cubría 25 metros cuadradosy “constituían un elemento estético fundamental al imitar el arbolado que no se puede desarrollar en la zona”. Por otra parte, se trataba de algo repetible, lo cual admitiría un crecimiento a futuro.
La pileta
Se trataba de un espejo de agua dulce de 1600 metros cuadrados, con dos piletas unidas de 25 y 50 metrosde largo cada una. La profundidad (de 1,50 m) era uniforme para facilitar el uso intensivo de la superficie. La circulación del agua se realizó mediante un circuito cerrado, desde la pileta a los filtros mediante cañerías y de los filtros a la pileta mediante una catarata ornamental. Disponía, además, de una atractiva iluminación subacuática.
También de hormigón -vibrado- eran las columnas de alumbrado y los tres toboganes.
Extracto de la nota tomada de “EPECUÉN RASTROS DE UNA OBRA IMPACTANTE”. MINERVINO, MARIO. Revista Obras Y Protagonistas. Edición 288. 2011